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¿Está en la ciencia la respuesta a un futuro mejor?

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El proceso innovador es lento e ineficiente, pero muy productivo

 

La transferencia de desarrollo científico y tecnológico al mundo empresarial es un proceso siempre muy complicado y que consume mucho tiempo y recursos económicos y materiales. Pero, a pesar a ser un sistema ineficiente, es muy productivo para los emprendedores y para la sociedad en general, reconoce Jerome Engel, experto internacionalmente reconocido en temas de innovación, emprendimiento y capital riesgo. “No hay más remedio que hacer muchos experimentos para tener éxito, primero a pequeña escala y acotados y después más generales”, destaca.

 

Engel (Filadelfia, 1946), que imparte clases y asesora a empresas y gobiernos de todo el mundo sobre estos temas, cuenta con 43 años de experiencia en este campo, 31 de ellos como profesor de la Haas School of Business – University of California Berkeley y 24 como inversor. Desde hace 5 años colabora con The Collider, el área de innovación de la MWCapital, dirigiendo e impartiendo el programa de formación de responsables de las Oficinas de Transferencia de Resultados de Investigación de las universidades españolas, llamado Train the Trainers.

 

Según el experto, “los emprendedores son gente que buscan oportunidades de negocio, sin importarles en exceso los recursos económicos o el tiempo que es necesario para materializar su visión. Su principal responsabilidad es lograr los recursos para conseguir la oportunidad de negocio acariciada”. La tarea fundamental de un emprendedor es crear alianzas y colaboraciones entre distintas personas y empresas, de convencer a la gente que la oportunidad de negocio que se les ofrece es posible materializarla y que es interesante unirse al proyecto de innovación.

 

La principal preocupación de los verdaderos científicos es el desarrollo de la ciencia. Algunos de ellos, los menos, ven la oportunidad de negocio que se les puede abrir con el desarrollo científico y se encaminan hacia el desarrollo tecnológico y comercial. En el otro extremo de la cadena de ciencia, tecnología y negocio, existen los gestores de empresas, cuya tarea principal es la gestión de los recursos económicos. Pero también hay gestores que ven más allá y detectan oportunidades de negocio en experimentos científicos y tecnológicos, por encima de la rentabilidad económica inmediata. La confluencia de científicos y gestores con amplia visión de futuro suele dar resultados muy positivos, precisa Engel.

 

El desarrollo de la ciencia y de la tecnología es muy necesario, recalca, pero no es suficiente. Para tener éxito y para que un desarrollo beneficie a la sociedad es preciso dotarlo de recursos e ir avanzando paso a paso, con experimentos graduales y con objetivos claros y delimitados, para después irlos ampliando con el tiempo. También se deben hacer experimentos de negocio y validarlos en el segmento de negocio al que se quiere dirigir. Engel cree que la ciencia “es fundamental para que haya un avance social, aunque es un proceso largo, laborioso y, a veces, no lleva a ninguna parte”.

 

El proceso de desarrollo científico, como el tecnológico, es poco eficiente. Pueden pasar muchos años, involucrar a mentes muy brillantes y gastar mucho dinero y que no se consiga nada, porque el éxito nunca está asegurado. Sin embargo, añade Engel, es un proceso que, globalmente considerado, es “sumamente productivo”. Se trabaja con temas y sistemas experimentales, no sujetos a las leyes de la ingeniería donde todo es más previsible, y, por tanto, puede haber mayor número de fracasos. Pero los éxitos científicos o tecnológicos pueden provocar avances sociales muy considerables, recalca.

 

El papel de las universidades en todo el proceso de expandir y transferir conocimiento a la sociedad es también fundamental. La tarea secular de las universidades es preservar el conocimiento. A lo largo de la historia del desarrollo científico se han producido una serie de avances, muy concentrados en el tiempo, que han logrado resultados espectaculares. Pensemos, por ejemplo, en Galileo Galilei o en Newton, añade. Ahora, el papel de las universidades y centros de investigación se ha ampliado y, aparte de preservar el conocimiento y transferirlo y darlo a conocer a la sociedad, su tarea también es la impulsar nuevos desarrollos científicos y tecnológicos. Las grandes universidades actuales, además, tienen centros o departamentos que seleccionan a los mejores candidatos y los ponen en contacto con emprendedores e inversores.

 

Cada vez se impulsan más los acuerdos y contratos entre universidades, emprendedores e inversores para que haya una transferencia positiva y activa de ciencia y tecnología en proyectos que, al final, beneficien a la sociedad.  No se puede olvidar que el proceso de innovación es largo y muy complejo y, muchas veces, el éxito o el fracaso dependen de múltiples factores, como estar en el momento adecuado, contar con un equipo muy competente o, simplemente, tener suerte. No se puede tener todo bajo control aunque, evidentemente, se requiere disciplina, esfuerzo y perseverancia.

 

“Nunca es tarde para iniciar un proyecto de emprendimiento”, considera Engel. A veces es mejor dejar pasar unos meses, o años, antes de lanzarse a la aventura, para que el proyecto esté suficientemente maduro o que las circunstancias personales y familiares sean las adecuadas. Es preciso contar con talento, inteligencia y saber tomar riesgos. El apoyo de las universidades es importante, sobre todo de las universidades con vocación de emprendimiento, que se vuelcan en la transferencia de la ciencia y la tecnología que poseen, y son cada vez más numerosas.

 

La colaboración entre las personas también es fundamental, enfatiza Engel. Es la comunidad de personas la que crea el vínculo necesario para que los proyectos y las tareas a realizar tengan éxito. Se trata de un proceso largo, sujeto a muchos altibajos pero también a picos de incremento de innovación que pueden marcar la gran diferencia.