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Hiperconectividad y educación ¿Son compatibles?

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  • La hiperconectividad nos ha ayudado a mitigar el aislamiento sufrido durante el confinamiento y ha sido un catalizador crucial para ámbitos como la educación
  • Incorporar las tecnologías en el aula puede cambiar el comportamiento y las habilidades necesarias para el aprendizaje

 

Nuevos hábitos, conectividad permanente

 

¿Qué es lo primero que haces cuando te levantas? ¿Miras un correo? ¿Respondes un WhatsApp? ¿O bien entras en Twitter a ver qué está pasando en el mundo? Tengas la edad que tengas seguro que lo primero que haces cada día es coger el móvil y conectarte a tu mundo digital, -incluso antes que dar los buenos días a una persona física -. Todo ocurre frente a una pantalla, entre 5 y 12 pulgadas que nos abren la puerta a la hiperconectividad y como no, inciden en nuestro entorno personal, cambiando nuestra manera de relacionarnos, consumir, aprender o incluso trabajar.

 

La conectividad permanente, ha sido un gran aliado en la educación para intentar seguir con cierta normalidad pese a las dificultades de distancia vividas durante el último año. Un quebradero de cabeza que no solo afectó a estudiantes y familias, sino también a maestros y centros educativos, que tuvieron que adoptar nuevas habilidades digitales para llegar a sus alumnos y así poder transmitirles su conocimiento a través de una pantalla.

 

¿Pero deberíamos hablar de conectividad o de hiperconectividad?

 

La hiperconectividad constituye probablemente el símbolo más nítido de la globalización. Hoy en día es frecuente que una parte muy importante de la población pueda controlar prácticamente todo su entorno desde su dispositivo móvil. De hecho, si echamos la mirada atrás a lo que describíamos las pasadas semanas sobre los cambios en el aprendizaje y especialmente en lo que se refiere a la manera como aprenden los alumnos y al rol que les toca ejercer a los profesores, recordaremos que buena parte de esos cambios se producen a causa de la conectividad permanente.

 

En el ámbito de la educación la alta conectividad ha jugado un rol imprescindible, generando nuevos retos muy marcados por el acceso ilimitado de los alumnos, por ello los maestros han afrontado una nueva realidad, donde la estructura de sus procesos de evaluación se ha visto completamente modificados. Según Mario Harraez, Global Educator and International Speaker. “Numerosos educadores se encontraban con el problema de que no sabían si los estudiantes conocían realmente las respuestas a sus preguntas, o si las habían copiado de la red”.

 

Sin embargo, esta hiperconectividad también conlleva ciertos cambios en el comportamiento. En 2018, el prestigioso observatorio social norteamericano Pew Ressearch Center elaboró el estudio “El futuro del bienestar en un mundo saturado de tecnología” y concluyó qué en los próximos años, se percibirán de forma más acentuada las aportaciones negativas de la tecnología. Algunas de las consecuencias ya las percibimos a dia de hoy; la misma Sherry Turkle, psicóloga que hace más de 10 años alertaba de la soledad que produce la hiperconectividad, y que resume con la frase: “Conectados pero solos”, explica que la tecnología nos da la falsa sensación de estar conectados con otros cuando en realidad perdemos la verdadera cercanía.

 

 

¿Podemos combatir los efectos secundarios de la hiperconectividad?

 

Está hiperconectividad conlleva por tanto efectos secundarios que debemos afrontar, aceptando que dicha revolución puede cambiar el comportamiento de las personas e incluso eliminar casi por completo el control de algunas habilidades.

 

Sin embargo, es indudable que nos ha ayudado a mitigar efectos de aislamiento sufridos durante el confinamiento y ha sido un catalizador crucial para ámbitos como la educación. Por tanto, tenemos una oportunidad para hacer aflorar otras habilidades, ocultas hasta ahora. Sin ir más lejos, los alumnos del hoy o del mañana ya no necesitan memorizar como se ha hecho en las pasadas décadas, ya que las máquinas nos proveen de la información que antes almacenábamos en nuestro cerebro; hoy en día cualquier alumno puede hallar en décimas de segundo la información que busca en la red.

 

Estas nuevas dinámicas de acceso a la información y la permanente conectividad nos moldean como sociedad, para ello debemos afrontar este nuevo paradigma con una visión crítica. Debemos empoderar a los futuros estudiantes a hacer un uso consciente de dicha hiperconectividad; remarcando que el acceso a la información debe ser selectivo y crítico, ya que no todo vale, ni todo aquello que el buscador nos sitúa en primer lugar es siempre relevante y veraz.