La buena marcha de la economía digital de Barcelona es el resultado de haber apostado por una fórmula que tiene, como principal característica, la diversificación.
La capacidad de generar startups (más de 2.000 según el último informe de ACCIÓ); una red de centros de investigación de primer nivel, con infraestructuras como el Barcelona Supercomputing Center o el Sincrotrón Alba; o la organización de grandes eventos mundiales de tecnología como el MWC, son algunas de las palancas que han acelerado nuestro ecosistema tecnológico.
Un ecosistema en el que, en los últimos años, también ha ido ganando protagonismo la atracción de hubs globales de tecnología. Cada vez más empresas multinacionales eligen Cataluña para instalar sus centros de tecnología. En la última década, hemos pasado de acoger 25 hubs tecnológicos a tener 140, 14 de ellos creados este 2023, como revela el informe Tech Hubs Overview impulsado por Mobile World Capital Barcelona.
Startups, infraestructuras de investigación, congresos, hubs… La ventaja de tener una economía digital diversificada, junto con las sinergias que genera, es que la hace menos dependiente. Si un ámbito se ralentiza, los demás pueden compensarlo y hacer de tractores. Un caso concreto lo hemos vivido este año. Mientras en toda Europa, la inversión en capital riesgo y en startups ha caído a la mitad, los hubs tecnológicos de Barcelona han sido capaces de generar, en un solo año, más de 5.000 nuevos puestos de trabajo.
El tamaño de los hubs aumenta en Cataluña porque hay talento disponible. Lo demuestra el hecho de que, entre 2022 y 2023, su plantilla media aumentó de 168 a 203 trabajadores. La diversificación sectorial es también una característica que explica su crecimiento continuado: del gaming a las tecnologías aplicadas a la salud, el software empresarial, la movilidad o el manufacturing. Si la coyuntura hace que la inversión en un sector se ralentice, otros toman el liderazgo.
Evolucionar hacia proyectos de más valor añadido
La capacidad de innovar y atraer nuevos proyectos es determinante para la competitividad de los hubs. La economía digital es muy dinámica, tecnologías que hoy se consideran punteras, en pocos años serán una commodity que cualquiera podrá desarrollar.
En este contexto, Barcelona se está reposicionando desde hace unos años para captar proyectos de alto impacto y valor añadido. Los centros de servicios compartidos u otros hubs de poco valor añadido han dejado de ser competitivos, pues a las empresas les sale más a cuenta situarlos en países con salarios y costes de producción más bajos. En cambio, la ciudad está atrayendo centros de I+D como los de AstraZeneca o Towa Pharmaceutical, recién aterrizados este 2023. Un tipo de hub donde se desarrollan las tecnologías más punteras, y que requieren profesionales muy cualificados y bien remunerados. En esta línea, también está ganando protagonismo el Deep Tech: un 68% de los centros ya trabajan en tecnologías de este ámbito como la Inteligencia Artificial, el Blockchain o la Robótica.
Esto refuerza el ecosistema tecnológico de Barcelona, pero, sobre todo, garantiza su competitividad presente y futura.
El caso de Bangalore: de factoría low cost a tierra de unicornios
Los hubs internacionales se financian con inversión extranjera. Generan puestos de trabajo cualificados y tributación en el país, pero los beneficios de estas compañías revierten en sus países de origen. Así pues, ¿esta inversión genera realmente un impacto tan grande en nuestra sociedad y en nuestra economía?
La respuesta es que sí. Y esto es porque, más allá de trabajo e impuestos, esta inversión extranjera genera un know how a nivel local que se acaba capitalizando en forma de proyectos propios.
Son conocidos los casos de China, con la automoción eléctrica, o de algunas ciudades de la India con el software (Bangalore, factoría low cost de Silicon Valley, ya cuenta con 43 unicornios tecnológicos propios, tantos como Alemania y Francia juntas).
Si países que eran los proveedores de productos a bajo coste para el mundo, se han convertido en economías punteras en estos sectores, esta traslación aún es más fácil que se produzca en un territorio como Cataluña, que parte de un posicionamiento de especialización en tecnologías de alto valor añadido.
Barcelona ocupa un lugar importante en el mapa de las capitales tecnológicas y, lo que es más importante: tenemos el talento, la visión y la capacidad para seguir creciendo mucho más en los próximos años y aportando valor a nuestra sociedad a través de la economía digital.
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